HIMNO NABATERO
Las nabatas, una profesión de aventura riesgo y valentía.
Desde hace más de veinte años, el domingo más próximo al 22 de mayo se celebra este tradicional descenso de nabatas que, partiendo de la localidad de Laspuña, recorre el río Cinca hasta llegar a Aínsa. una tradición que rememora un antiguo oficio ya perdido y a la vez recuperado por los habitantes de la Comarca de Sobrarbe.
Fiesta tradicional por excelencia, este evento se ha convertido en un acontecimiento turístico y social que marca el calendario de primavera de estas montañas. Es una historia de economía de supervivencia de las poblaciones montañesas, que utilizaban de la forma más eficaz posible todos los recursos de los que disponían tanto para la obtención de un producto, la madera, como la forma de transportarlo, en este caso los ríos . Durante siglos se han utilizado las nabatas para trasladar los maderos desde la montaña hacia el río Ebro, a través de sus afluentes, como única forma de transporte y comunicación entre los pueblos pirenaicos, las riberas intermedias y los pueblos del Valle del Ebro. Nabateros y barranqueadores formaron parte de la cultura de estas montañas hasta la decadencia de esta actividad al mediados del siglo XX, con la mejora de las vías de comunicación , la aparición de los primeros camiones y principalmente la construcción de los pantanos, que retenían el agua e impedían el paso a los nabateros.
Este nostálgico oficio de las gentes de la montaña, era un modo de vida instalado en el riesgo que otorgaba a los madereros una forma de vida llena de peligros y de escaso dinero. Las nabatas eran tripulada por tantos hombres como remos disponía, generalmente dos en la balsa de cabecera y otros dos en la última. El recorrido era largo, pues el destino era Zaragoza, o incluso Tortosa. El regreso de los nabateros se realizaba andando, pero cargados de historias, alicientes de una profesión de aventura riesgo y valentía.
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