jueves, 5 de mayo de 2011

Recueros del tiempo

Puertas que nos recuerdan el pasado


Paseando por la comarca del Sobrarbe, en cualquier pueblecito encontramos muestras de la arquitectura de esos valles, puertas cerradas que nos recuerdan a veces, la despoblación.

Así nos lo cuenta la Ronda de Boltaña en su canción "La casa caída":


Delante de esta puerta cerrada
la ronda lleva tanto sin parar.
Por esa ventaneta hoy tan sombría,
en otro tiempo nanas se escuchaba cantar.
Febrero tras febrero, eterno invierno,
a esta puerta la vida ya no ha vuelto a llamar.

Caerá la nieve como cae la noche,
serena y silenciosa el tejado cubrirá.
Silencio y nieve, crujirán las vigas.
Invierno sobre invierno, ¿cuánto resistirán?...

Pero no estoy aquí para llorar,
vosotros sois mi pueblo, y estos montes mi hogar.
Por eso sé que no basta llorar;
si se nos cae la casa, ¡se vuelve a levantar!.

Saludo a todos los que aquí vivisteis,
pisamos con respeto vuestro umbral.
Viejos señores que la casa hicisteis,
¡cuántas generaciones habéis visto pasar!...
De la cadiera de nuestra memoria,
si la casa se espalda, tendréis que levantar.

Vuestro recuerdo es una frágil hiedra,
sólo unido a estos muros se puede mantener.
Si cae, será su viaje sin regreso;
ninguna primavera os puede hacer volver.

Pero no estoy aquí para llorar,
vosotros sois mi pueblo, y estos montes mi hogar.
Por eso sé que no basta llorar;
si se nos cae la casa ¡se vuelve a levantar!.



De nada sirvió el buxo bendecido,

de nada clavar garras de rapaz;
ni con cruces talladas en la puerta
ni con espantabrujas pudimos espantar
a esas brujas que en decreto volaban,
y sin entrar en casa nos hicieron marchar.

La ausencia teje un negro ajuar de viuda
con sucias telarañas de pared a pared.
¡Abrid cada verano esas ventanas;
lo que tejió en el año, le haremos destejer!.

Y es que no estoy aquí para llorar
vosotros sois mi pueblo, y estos montes mi hogar.
Por eso sé que no basta llorar;
si se nos cae la casa ¡se vuelve a levantar!.

Tu casa no es sólo un montón de piedras,
la torre que el tiempo derrumbará;
es más que un techo, es un puente de sangre
entre los que vivieron y los que vivirán;
navata que en el río de los siglos,
con sus troncos unidos, lejos navegará.

Fuegos de otoño dorarán las hayas,
y una chispa sagrada prenderá el viejo hogar.
Y en pie de nuevo, hundidas chamineras
una bandera de humo orgullosas ondearán.

Y es que no estoy aquí para llorar
vosotros sois mi pueblo, y estos montes mi hogar.
Por eso sé que no basta llorar;
si se nos cae la casa ¡se vuelve a levantar!.

¡Que no, que no, que no hemos de llorar!,
juntos somos un pueblo y este es nuestro lugar.
¡Que nunca más nos baste con llorar!.
Si se nos cae la casa... 



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