miércoles, 23 de noviembre de 2016

Ansó



Ansó es un pueblo pirenaico aragonés catalogado uno de los pueblos mas bonitos de España, limita con Francia a lo largo de más de 50 kilómetros, y con la Comunidad Foral de Navarra más de 30. Ello lo convierte en un territorio frontera. Su situación estratégica hizo que durante siglos disfrutara de privilegios otorgados por los distintos reyes aragoneses, ello forjó el carácter y la forma de vivir de sus gentes.

Parte de su término municipal está ocupado por el Parque natural de los Valles Occidentales y el Paisaje protegido de las Fozes de Fago y Biniés.

Sus habitantes se dedican al turismo, los servicios, la ganadería de montaña y la explotación forestal. Todo ello hace que el nivel de desempleo sea mínimo y que la población joven se pueda asentar en el territorio.

Patrimonio arquitectónico; Ansó conserva uno de los cascos urbanos mejor conservados del Pirineo Aragonés, y fue declarado Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Aragón como conjunto arquitectónico, basado en materiales nobles como la piedra, la madera y la teja propios del territorio.

Patrimonio Cultural; Ansó conserva uno de los trajes tradicionales más ricos y variados de España. Su fiesta de Exaltación fue declarada Bien de Interés Turístico Nacional. Su gastronomía basada en las carnes procedentes de las razas autóctonas de la zona, las migas de pastor, la caza y las setas son un buen reclamo para el turista.


















Tributo de las Tres Vacas


Cada 13 de julio se renueva este tributo milenario, el más antiguo de Europa. La piedra de San Martín, en un sugestivo enclave natural, entre los pirenaicos valles de Roncal y Baretous (Francia), sirve de lugar de encuentro a las gentes de ambos lados de la frontera. En 1375, una sentencia arbitral impuso a los bearneses el pago perpetuo de tres vacas por el aprovechamiento de los pastos roncaleses.

Es el veterinario de Isaba quien elige las tres mejores reses, que deben tener igual dentaje, pelaje y cornaje. Justo antes de la entrega de los animales, los bearneses, luciendo la bandera francesa, y los roncaleses, ataviados con los trajes típicos del valle, reanudan su compromiso de paz. Éste se sella simbólicamente mediante la imposición de unas manos sobre otras y la expresión "pax avant, pax avant, pax avant" que todos repiten al unísono. Tras el nombramiento de los guardas que vigilarán y cuidarán de los puertos faceros, se celebra una animada comida popular.

Historia plasmada por los niños de Ansó.












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