Durante unos días, en invierno, dejamos el frío de Ordesa y nos vamos al sur. Tras las cimas del Atlas se abre un Marruecos de arcilla y grandes oasis. Pueblos bereberes que mantienen un pulso con el tiempo perdido, entre palmeras que se extienden hasta las arenas del Sáhara.
La serpenteante carretera que va a Ouarzazate descubre un Marruecos distinto. En las laderas del puerto de Tizi nTichka empiezan a aparecer los pueblos de arcilla. Los bereberes del Atlas viven en casas mimetizadas con el paisaje, casas construidas en pisé, una mezcla de tierra roja con paja. Estas sencillas construcciones se integran perfectamente con el paisaje, tanto que casi se confunden con él.
La vida aquí no parece fácil. Las comunidades que habitan estas latitudes se dedican, en su mayoría, al pastoreo; crían rebaños de ovejas y cabras de las que obtienen, lana, leche y carne. Y tienen poco más,... algún cultivo y quizás una mula para salvar distancias. La inaccesibilidad y las duras condiciones climáticas hacen de estas aldeas un mundo aparte.
domingo, 27 de mayo de 2012
Pueblos del Atlas
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